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Pablo López / Capítulo Uno. |
Toda la noche galopó solitario, feroz, espoleando sin piedad
los flancos de su caballo. Le esperaban, dice, sin falta,
había mucha necesidad.
Cuando llegó, rayaba el alba;
nadie le esperaba; no había nadie. Miró en torno.
Casas desiertas, cerradas. Dormían.
Oyó a su lado al caballo jadeante
- espuma en los belfos, heridas en los flancos, despellejado el lomo. -
Abrazó el cuello del caballo y empezó a llorar.
Los ojos del caballo, grandes, oscuros, moribundos,
eran dos torres suyas, lejanas, en un paisaje donde llovía.
Yannis Ritsos, Testimonios I.
Paréntesis / Testimonios I, Ed. Icaria Poesía. Trad. Román Bermejo
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